¿Por qué la gente no devuelve sus carritos de compras en tri-cities?

Algunos creen que el receptáculo simplemente está demasiado lejos de donde se estacionaron (también conocido como flojera), mientras que otros culpan a los niños pequeños que no pueden dejarse desatendidos o a los aguaceros inoportunos de la Madre Naturaleza. Luego, hay personas que asumen que es solo el trabajo de los empleados de la tienda recoger los carritos abandonados.

Estaba terminando de cargar mis compras en mi troca la semana pasada cuando se me presentó el desafío habitual para cualquier persona que va de compras al supermercado. ¿Dejo el carrito de compras junto al automóvil o lo devuelvo en el área de carritos designada a 75 pies de distancia?

La pregunta de si devolver su carrito de compras o no es muy frecuente pero cuando se le presenta este desafío, hágase usted la pregunta: ¿qué es lo correcto?  La respuesta a esta pregunta es particularmente importante porque si podemos entender más claramente qué nos impulsa a hacer lo correcto en un entorno de bajo riesgo como el estacionamiento de una tienda de abarrotes, puede proporcionar algunas ideas útiles al decidir preguntas más importantes como un ser humano.

La respuesta fácil y correcta a esta pregunta es simplemente devolver el carrito de compras porque eso es lo correcto que se puede hacer. No hay leyes que nos obliguen a devolver el carrito, no seremos arrestados si decidimos no hacerlo. Sin embargo, somos seres sociales que vivimos en comunidades que requieren que las personas cooperen entre sí. Cuando compramos en los supermercados, la convención, y no las reglas, puede obligarnos a devolver el carrito a su área de receptáculo. Entonces, incluso si devolviéramos el carrito, cualquiera que haya caminado por un estacionamiento sabe que muchas personas no siguen esta norma y es irritante.

¿Es simplemente que las personas son egoístas y eligen no ayudar? Probablemente es más probable que nos sintamos así cuando un carro está bloqueando el espacio de estacionamiento en el que estamos tratando de entrar, pero esta afirmación de una falla moral es quizás una acusación injusta y una simplificación excesiva. Existen numerosas razones por las que podríamos encontrarnos eligiendo dejar un carro atrás. Es posible que algunos no devuelvan un carrito porque dejaron a un niño pequeño en su asiento de seguridad. Otros pueden tener una discapacidad o evitar devolver el carrito solo cuando llueve a cántaros o hace un calor sofocante. Algunas personas pueden creer que es el trabajo de otra persona devolver los carros.

Varios estudios de ciencias sociales nos han ayudado a comprender las decisiones humanas complejas cuando se les presentan escenarios similares que desafían las normas. En general, cuando las personas ven que otros ya han violado las normas, es menos probable que también sigan la norma. En un estudio, los participantes tenían tres veces más probabilidades de violar el letrero de "Prohibido el paso" de un estacionamiento si veían que muchos otros ya habían violado el letrero de "Prohibido estacionar bicicletas". Otros estudios con hallazgos similares sugieren que, si bien habrá valores atípicos que siempre seguirán o ignorarán las normas, es probable que la mayoría de nosotros seamos influenciados por el buen o mal comportamiento de los demás.

Entonces, ¿qué puede enseñarnos el carrito de compras abandonado sobre nuestras obligaciones como personas? En muchos casos, la forma en que decidamos cuidar a nuestros familiares y nuestros amistades no estará dictada por una regla, sino por una norma. Un código de ética, un juramento al graduarse de la escuela de medicina o la opinión de un comité de ética son, por lo general, consultivos, aspiracionales e inaplicables. Elegimos hacer lo correcto por numerosas razones: nos hace sentir bien ayudar aunque signifique más trabajo; nos enseñó de esa manera un mentor o colega respetado; pensamos que el mundo estará un poco mejor incluso si nunca se nos reconoce por ello; o recordamos que somos parte de una profesión honorable que se basa en la confianza pública y encarna la voluntad de ser obediente a obligaciones inaplicables.

Cualquiera que sea la razón, estas decisiones normativas merecen nuestra atención continua. Todos podemos ser susceptibles a fallas morales ocasionales porque somos humanos. Admito que no siempre devuelvo el carrito de la compra, pero la última vez que estuve en esa situación sentí una obligación más fuerte de hacerlo porque la persona a mi lado estaba devolviendo su carrito. Espero que mi decisión no haya sido simplemente para evitar una pequeña vergüenza pública, sino para tratar de ser parte de una comunidad de personas que intentan dar lo mejor de sí mismas. Puede que no siempre tengamos éxito, pero intentarlo siempre es lo correcto.

Así como nuestros padres nos dieron sus enseñanzas y hoy lo hacemos con nuestros hijos solo hay que hacer lo mismo con nosotros mismos y regresar nuestro carrito de compras a su lugar y no dejarlo botado o peor aun estorbando en un estacionamiento.